Prólogo por José
Manuel de Diego
(*)
(El libro “Turina
y Sanlúcar de Barrameda”, de José Carlos García Rodríguez, fue
editado en diciembre de 1999 conjuntamente por Fundación
El Monte
y Archivo
Joaquín Turina
de Madrid).
José Manuel de Diego |
Publicado en la revista Sanlúcar de Barrameda en su edición de 1998, tuve la oportunidad de leer el excelente artículo de José Carlos García Rodríguez titulado Sanlúcar y Turina, que trata de la estrecha vinculación del compositor sevillano a nuestra ciudad. Este artículo pronto sería el origen de un proyecto más ambicioso de su autor, cuyos frutos vemos recogidos en este libro.
En
la hospitalidad de Sanlúcar encontró Joaquín Turina un entorno que
le proporcionó la inspiración necesaria, en un ambiente propicio
que estimulaba su imaginación musical. Inspiración, desde todo
aquello que se convierte en motivo para materializar en su música,
hasta la que halla en el placentero lugar de trabajo, en la intimidad
del patio de la casa de los Colóm, donde “la bodeguita familiar
vuelca sutiles fragancias por ventanas y celosías”, como lo
describe el escritor sanluqueño Eduardo Domínguez Lobato. Por ello,
los lazos que unen Turina a Sanlúcar son más profundos de lo que en
un principio pudiéramos pensar, llevando al compositor a afirmar,
que la ciudad de plata influye no poco en su obra, en la famosa frase
que acertadamente sirve de lema a este libro.
Turina
dedicó a Sanlúcar, no meras obras de circunstancias, sino las que
podemos considerar como verdaderas obras maestras en su género,
dentro de su particular catálogo y de toda la música española. El
poema de una sanluqueña,
para violín y piano, bellísimo homenaje a la mujer sanluqueña, es
una obra destacada dentro del importante repertorio camerístico que
aporta Turina a nuestra música. La sonata
pintoresca Sanlúcar de Barrameda,
de la enorme producción pianística de Turina, es su obra más
ambiciosa desde el punto de vista formal y técnico, y una de las
obras cumbre del piano español. Esta sonata, que aúna la forma
clásica con elementos de características sensitivas y pintorescas,
gozaría de la predilección de su autor quien la interpretaría en
numerosas ocasiones. Además, no debemos olvidarnos de Rincones
de Sanlúcar,
ni de tantas composiciones donde la alusión a Sanlúcar está
presente.
En
el aspecto musical, Sanlúcar dió a Turina en la figura del gran
pianista Antonio Lucas Moreno uno de los mejores intérpretes de su
música. De Lucas Moreno, “brillante concertista”, tal como se
refiere a él el propio Turina, aún se recuerda, por su vital
temperamento y colorido, las versiones que ofrecía de su música,
traduciendo su belleza con toda la gracia y el encanto con que las
dotara el compositor sevillano. Turina, también excelente pianista,
siempre se reservaba el estreno de sus propias obras. Tras la primera
audición de la sonata
Sanlúcar de Barrameda en
nuestra ciudad, Joaquín Turina cede el honor de su primera ejecución
en Madrid a Antonio Lucas Moreno. Más tarde le distinguiría con la
dedicatoria de la Rapsodia
Sinfónica,
su única composición para piano y orquesta, cuya escritura
pianística se adapta al virtuosismo brillante de “corte romántico”
que caracterizaba la ejecución de nuestro ilustre pianista.
Desde
el punto de vista de mi particular experiencia, la relación entre
Sanlúcar y Turina es un hecho connatural. Tanto que para mí resulta
difícil disociar los lugares o ambientes sanluqueños evocados en
sus composiciones de la esencia de su propia música. Desde muy
joven, al tiempo que fui conociendo esta música, percibía de forma
simultánea, el placer estético de descubrir esos mismos lugares,
por lo que puedo asegurar que, para mí, Sanlúcar es la música de
Joaquín Turina. Es una sensación que siempre he percibido, cada vez
que he tenido ocasión de recorrer el bello y particular itinerario
turiniano –“paseo romántico” lo llamaba el compositor- por
Sanlúcar.
Portada del libro "Turina y Sanlúcar de Barrameda" |
En Turina y Sanlúcar de Barrameda, José Carlos García Rodríguez, sacando a la luz valiosas impresiones inéditas contenidas en los cuadernos del Diario del músico sevillano, recrea con detalle aquellos años en que su presencia era habitual en Sanlúcar de Barrameda, en un texto articulado de forma fluida y amena, en el que, tras una meritoria labor de recopilación, va intercalando los testimonios de todas aquellas personas que formaron su apreciado círculo de amigos en la ciudad gaditana. Personas con las que tuvimos la suerte de convivir, y cuyo trato, por sus constantes recuerdos, tanto contribuyó a acercarnos a esa época tan importante de nuestra cultura. Es de gran interés la ilustración que nos hace el autor del proceso creativo que siguen, hasta su estreno y difusión, las obras de inspiración sanluqueña del compositor.
Al
terminar, he de expresar como sanluqueño y como músico, mi
satisfacción por la aparición de este libro, al tiempo que
agradezco al autor la referencia de mi discurso académico dedicado
al pianista Antonio Lucas Moreno. El magnífico trabajo de José
Carlos García Rodríguez nos permite asegurar que Sanlúcar tendrá
siempre en el recuerdo a Joaquín Turina, compositor universal,
quien, desde el lugar que ocupa en la Historia de la Música, nos
ofreció lo mejor de sí mismo, y en vida, mostró con orgullo y
agradecimiento su condición de sanluqueño adoptivo.
(*)
José
Manuel de Diego Rodríguez, fallecido en 2013, fue catedrático
de Piano del Conservatorio Superior de Música de Sevilla y Académico
de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.